martes, 17 de noviembre de 2015

DIARIO DE UNA GUARDIA DE VIOLENCIA DE GENERO


Suena el móvil, 7 de la mañana de un domingo, y al otro lado una voz serena que te dice "letrada, del Colegio, para darle una asistencia, a las 10 en el Juzgado de Santa Coloma para asistir a una victima, le doy nombre y datos...."

Un café rápido y hacia el Juzgado, pensando qué me voy a encontrar, si será una víctima de violencia o una simple discusión en medio de un proceso de separación, que de todo veo en las guardias.

Son esas denuncias que no son violencia de género las que provocan que, a veces, las que la padecen no sean debidamente atendidas, por desconfianza. Esa ley del péndulo que se ha adueñado de los Juzgados de Violencia en los que hemos pasado de dar total credibilidad siempre a poner en tela de juicio todas las denuncias. No alcanzo a entender por qué, sabiendo que no son ciertas no se incoan diligencias por falso testimonio. 

Llego al Juzgado, ella ya está allí, una mujer joven, acompañada de su madre (que también sufrió violencia física y psíquica de su marido según me relata más tarde, horas de espera dan para mucho).

Me las encuentro temblorosas y llorando, me explican su historia, las agresiones, los insultos y desprecios y, desde el primer minuto me vuelco en informarles, en abrazarlas, en tranquilizarlas, en hacer que se sientan protegidas y atendidas

Les explico que sólo están allí para celebrar una comparecencia, tras las declaraciones de ella y su agresor, solicitando la medida de protección del alejamiento.

Les explico que el Juzgado de Violencia no hace guardia los fines de semana, porque sólo hay UN Juzgado y no existen más medios porque Justicia no quiere crear MAS JUZGADOS, y por ello tendrán que regresar para hacer la continuación del procedimiento otro día (y otra mañana completa en las dependencias judiciales)

Un par de horas después nos llaman para empezar con las declaraciones. Primero ella, luego él y finalmente la comparecencia sobre la medida de protección

Entramos en la pequeña sala que tiene para las declaraciónes. Ella está nerviosa, tiembla pero intenta estar firme, delante de ella la juez con la fiscal a su derecha y en una esquina la oficial que iba a recoger su declaración en el ordenador. Frío, todo muy frío

Empieza el interrogatorio y se gira hacía mí, su cara expresa que no entiende por qué la juez se está dirigiendo a ella en ese tono áspero, se siente atacada, que no la creen, lo veo en su mirada. Así que decido actuar y pedirle a la juez que se dirija a ella con respeto, que es la denunciante y víctima. La juez se sorprende pero cambia el tono de su interrogatorio.

Esa fea costumbre de algunas juezas de instrucción de dirigirse a las víctimas en tono despectivo, esa costumbre .........

Salimos de la sala una vez acabada. Sorprendida y ofendida, sólo hemos conseguido que tenga mayor tensión, que piense que él va a salir del Juzgado y la va a ir a buscar, no entiende que no teniendo documentación, con un trabajo "no legal" y con lo que ella ha sufrido pueda salir .... a veces no hay explicación para las preguntas ni consuelo para las víctimas, por más que lo intentas

Tampoco existen medios, porque no hay Oficina de Atención a la Víctima, no hay equipos psicosociales que las acompañen en esos momentos, que son duros, muy duros y que generan una ansiedad límite, porque decididas a denunciar no encuentran protección más que en los letrados que las acompañamos y asesoramos, y las oyes repetir que no sirve de nada, que sólo consiguen que él se enfade más.....

Conseguimos salir del Juzgado a las tres de la tarde y con una orden de protección. Él ha reconocido los hechos aunque explicados de forma diferente, en un intento de justificación que, evidentemente, no ha "colado". Pero ella sigue nerviosa y en un elevado estado de ansiedad, porque está en la calle, porque tiene miedo, le tiene miedo

Dos días después volvemos al Juzgado, la continuación.

Ella sólo tiene que estar para que la citen para el día de juicio oral, y él también está y acompañado de amigos que nos dirigen miradas amenazantes. Nadie se preocupa de ella ni de su madre, las llevo a una sala de espera que está vacía, pero tiene los cristales translúcidos y se pasean por delante de la puerta, los ven y regresa la ansiedad. Hablo con el vigilante de seguridad del acceso a Juzgados y le digo a ella y a su madre que se vayan, que las llamaré cuando esté todo y que el vigilante estará pendientes cuando regresen para entregarles la citación para juicio 

Finalmente, la continuación, apertura de Juicio Oral y fecha de juicio, en enero de 2016 será y, hasta entonces, esperar.

Y ahora qué hago, me pregunta, le contesto con un "cambia la cerradura, no abras la puerta sin ver quién está detrás, si te busca en la calle entra en el primer comercio o bar que veas y explica y llama a los Mossos, tienes que tomar todas esas precauciones porque tienes que protegerte tú, debes protegerte tú, NO TENEMOS MÁS MEDIOS....

Le doy mi número de móvil, para que me llame si pasa algo "a cualquier hora del día o de la noche", le digo, y me voy con el alma encogida, porque siento que no está protegida y que no puedo hacer nada más.....



2 comentarios:

  1. Impotencia mucha impotencia, si los medios fueran los debidos éste relato sería otro y no me crearía impotencia tanta impotencia.

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  2. La conclusió ho diu tot: és la víctima qui s'ha de protegir, com si la culpa fos d'ella.

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