Derechos Humanos, dos palabras muy de moda últimamente. Dos palabras que
aparecen, de forma espontánea, en biografías, en redes sociales, en discursos,
en medios de comunicación. Pero, ¿conocemos realmente el contenido de esas dos
palabras? Porque el riesgo de un uso interesado y/o abusivo, nos puede llevar a
vaciarlas de contenido, a dejarlas como un simple enunciado que queda bien en
nuestras pancartas pero que ni se practican ni se defienden como sus orígenes
deseaban.
Así pues, empecemos por conocer el origen de una de las Declaraciones más
importantes para la Humanidad: los propios e inherentes derechos que, como ser
humano, tiene todo individuo
Nos tenemos que remontar al año 539 a.C. para localizar el primer documento
sobre Derechos Humanos, el Cilindro de Ciro. Se trata de un decreto de Ciro el
Grande, primer rey de Persia, que, tras la conquista de Babilonia, declaró los
siguientes derechos : todos los seres humanos nacen libres e iguales, sin
distinción de religión, raza y no sometidos a nadie ni a servidumbres ni a
esclavitud. ¿Les suenan? Sí, son, ni más ni menos, que los primeros artículos
de la Declaración Universal de los Derechos Humanos
Y seguro que muchos de Vds. ya habrán pensado que, si en el 539 a.C. se
abolía la esclavitud en Persia, esta se mantenía en otros lugares y ha existido
y sigue existiendo en la actualidad. Y es que, los derechos, tan enarbolados
por algunos, han sido y son vulnerados cada día en algún lugar del planeta, y
la historia de la Humanidad se ha forjado a base de pequeños e importantes
pasos hacia la consecución de esos derechos, y zancadas atrás en la pérdida de
ellos.
Pero, sigamos avanzando hasta llegar al año 1215, cuando el rey Juan (Sin
Tierra) de Inglaterra suscribe los “Capitula que barones petunt”, más conocido
como Carta Magna. De su contenido lo que nos interesa es la parte en la que
limita los poderes del rey feudal regulando la Justicia, estableciendo
garantías contra la arbitrariedad de arrestos o la obligación de conocer las
leyes. Es decir, que por primera vez se suscribe por el rey una limitación a
sus propios poderes en el ámbito de la fiscalidad, los derechos feudales, la
Justicia y su arbitrariedad.
Vemos como poco a poco los derechos van avanzando, abriéndose paso ante una
sociedad feudal.
Y, dando un salto, llegamos a dos hitos importantes en la consecución de
los derechos del individuo, y que son:
· El
verano de 1787, momento en el que se redacta la Constitución
de EEUU que incluye la Carta de Derechos que protege, entre otras, la libertad
de expresión, la libertad religiosa, el derecho de reunión o el derecho a un
proceso legal, y
· El verano de 1789,
tras finalizar la revolución francesa, la Asamblea Nacional Constituyente
confecciona la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que
proclama que “los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos”
Ambos textos son el inicio de una nueva
época, una nueva era, donde los derechos naturales e imprescriptibles son los
derechos de las personas, por el mero hecho de ser personas, con independencia
de su origen, raza, religión, etc.
Tras la fundación, en 1945, de la
Organización de las Naciones Unidas y la creación, en su seno, de la Comisión
de Derechos Humanos, en 1948 nace la DECLARACION UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS.
Tras la debacle de la Segunda Guerra
Mundial, tras los millones de personas que murieron, o quedaron sin hogar, con
las ciudades destruidas y sin alimentos para la población; los delegados de las
50 naciones fueron capaces de reunirse y crear la Organización de Naciones
Unidas. La esperanza y la concordia que resurge de las cenizas de una cruenta
guerra, emociona a la que suscribe, porque fuimos capaces de levantarnos, de
darnos la mano, de iniciar un nuevo proyecto para proteger y promocionar la paz
en el mundo. Y así aparece en el preámbulo del acta de constitución “nosotros, la gente de Naciones Unidas,
estamos decididos a proteger a las generaciones venideras del azote de la
guerra…” y en el preámbulo de la Declaración Universal “los pueblos de las Naciones Unidas han
reafirmado en la Carta su fe en los derechos fundamentales del hombre, en la
dignidad y valor de la persona humana y en la igualdad de derechos de hombres y
mujeres; y se han declarado resueltos a promover el progreso social y a elevar
el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de libertad”
Pero, ¿qué derechos son los inherentes
al individuo por el simple hecho de existir? Releyendo la Carta para este
artículo, soy nuevamente consciente de lo mucho que queda por hacer, de las
continuas vulneraciones de los DDHH que los individuos seguimos sufriendo, de
la necesidad de concienciación desde el propio artículo 1: “todos los seres humanos nacen libres en
dignidad y derechos y , dotados como están de razón y conciencia, deben
comportarse fraternalmente los unos con los otros”
Este primer artículo nos resume toda la
Carta, todo su significado y todo su objetivo, todos los derechos que en los 30
artículos que la componen, se van desgranando y concretando. Pero, es, en ese
primer artículo, donde considero que está la esencia de la Carta, “todos los seres humanos nacen libres en
dignidad y derechos”:
- TODOS: sin distinción de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política, o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. La no discriminación
- SERES HUMANOS: los derechos humanos derivan del derecho natural, de la propia esencia del individuo como persona, sin necesidad de realizar actividad alguna para ser titulares, sino por el simple y, a la vez importante hecho de existir.
- NACEN LIBRES: desde el mismo nacimiento, se reconoce la esencia de la libertad del individuo en su más amplio concepto, por ello la Carta prohíbe la esclavitud y la trata o las servidumbres
- DIGNIDAD Y DERECHOS: todos aquellos que se establecen en la Carta son todos aquellos derechos del individuo per se, donde debe ser protegida su dignidad y su libertad.
Y llegados a este punto, quizá se estén
preguntado: tiene fuerza de ley la Carta? Y la respuesta no se hace esperar,
porque si bien la Carta no tiene fuerza de ley, ya en el preámbulo se
manifiesta como “el ideal común por el
que todos los pueblos y naciones deben esforzarse, a fin de que tanto los
individuos como las instituciones, inspirándose constantemente en ella,
promuevan, mediante la enseñanza y la educación el respeto a estos derechos
y libertades, y aseguren, por medidas progresivas de carácter nacional e
internacional su reconocimiento y aplicación universales y efectivos tanto
entre los pueblos de los Estados Miembros como entre los de los territorios
colocados bajo su jurisdicción”
Desde ese deseo e inspirándose en la
Declaración, en 1950 se formula el Convenio Europeo para la protección de los
derechos humanos y de las libertades fundamentales, firmado y ratificado por
los 47 Estados miembros del Consejo de Europa, y creando, a su vez, el Tribunal
Europeo de Derechos Humanos con sede en Estrasburgo, cuya competencia es,
precisamente hacer que se respete la convención. Pueden acudir al Tribunal
todos aquellos individuos que consideren vulnerados sus derechos en los países
miembros, todo un logro y un avance en la defensa de los Derechos Humanos.
Así podemos acudir al TEDH en defensa
de los siguientes derechos:
- A la vida
- A la libertad y la seguridad
- A un proceso equitativo
- A no ser condenados sin legislación
- A un recurso efectivo
- Al respeto a la vida privada y familiar
- A contraer matrimonio
- Pensamiento, conciencia y religión
- De expresión
- De reunión y de asociación
- Tortura
- Esclavitud y trabajo forzado
- Discriminación
Y la siguiente pregunta sería: ¿Se
siguen vulnerando nuestros derechos como individuos?. Es evidente que en gran
parte de los países de este planeta Tierra, se producen cada día violaciones de
esos derechos, violaciones que quedan sin denunciar, porque, en ocasiones, para
los ojos que miran, forman ya parte del paisaje. Debemos ser conscientes de
este hecho, crudo hecho, porque sin serlo no podemos avanzar en la defensa de
los DDHH.
Y no sirve alzar un cartelito con la
palabra “Derechos Humanos”, sino trabajar de forma efectiva y eficiente para la
consecución de la máxima : “Promuevan, mediante la enseñanza y la educación, el
respeto a estos derechos…..” , porque es desde la educación, desde la propia
base del individuo, donde debemos poner el énfasis para formar mentes libres,
que no se instalen en discursos de odio, ni de diferencias raciales, ni por
razón de orientación sexual, ni de cualquier otro tipo. Educación basada en la
igualdad y en la libertad y en el respeto al semejante. Si lo conseguimos,
conseguiremos una sociedad mejor, donde la Declaración de Derechos Humanos sea
un libro de cabecera imprescindible para nuestro día a día.
Pero mientras, se siguen vulnerando los
derechos humanos y, en ocasiones, por quiénes portan esos carteles en los que
se atribuyen su “defensa” , cuando quiénes de verdad, de corazón y por
convicción están en el activismo no lo hacen desde la notoriedad, sino desde un
arduo trabajo desde el anonimato.
Y, mientras nos entretenemos en
actitudes teatrales, no vemos que las vulneraciones de los Derechos Humanos no
se producen sólo a miles de kilómetros de nosotros o sólo entre la población
migrada, sino en nuestra propia zona de confort. Les pondré algunos ejemplos:
- Cada día se siguen perpetrando ataques a personas por su
orientación sexual; tenemos decenas de casos en los que personas del colectivo
LGTBI son insultadas y golpeadas y, aunque se promueven medidas legislativas
para evitarlas, sin una buena educación de base no se llegará a una solución.
Eduquemos en
igualdad
- Tenemos, también, ataques a personas por su ideología,
encontrándonos en una fase de crecimiento de los discursos basados en el odio
al que piensa diferente, que generan una fractura en la sociedad. Cuando
educamos en la confrontación, cuando algunos grupos y partidos buscan esa
confrontación para sacar réditos electorales, cuando permitimos que se señale a
alguien por su ideología, el resultado puede ser el estallido de la violencia.
Eduquemos en la no
discriminación y en la convivencia pacífica desde el respeto.
- Ante la falta de medios sumado a los recortes de
presupuesto en Justicia, se ha provocado un colapso en los juzgados que
vulneran los derechos a un proceso equitativo y a un recurso efectivo. Y no
sólo eso, sino que en los procesos llamados “de oficio” la falta de medios para
realizar periciales, tener intérpretes, produce un déficit en los medios que
pueden utilizar los letrados, que intentan suplirlo con sus conocimientos y aportando
sus propios recursos. Eduquemos en Justicia, porque la Justicia es uno de los
pilares fundamentales de un Estado de Derecho
La lista es muchísimo más larga, pero
los lectores, espero, han captado ya las vulneraciones diarias de esos DDHH,
vulneraciones que son tangibles con sólo extender el brazo, porque nos rodean
en nuestro día a día.
Sólo espero que, con este artículo
seamos más conscientes de la importancia de los Derechos Humanos, de su
contenido, y seamos capaces de rechazar su banalización para poner en valor su
significado. Y que nuestros actos se rijan por los valores de la Carta de DDHH
porque, aunque nos parezcan mínimos, juntos, podemos conseguir que este mundo
sea mejor para todos, sea más justo, más humano y, de corazón y de pensamiento,
no dudemos jamás que todos los seres
humanos nacen libres en dignidad y derechos, y desde nuestra razón y conciencia, y también desde el
corazón, tengamos como principio fundamental de nuestro día a día, comportarse fraternalmente los unos con los
otros
Sonia Reina Sánchez
Letrada
Delegada Territorial de Cataluña de Fundación Internacional Derechos Humanos