DESDE MI GARITA
Sí, el mismo vértigo que subir en marcha a un
Tiovivo.
O el mismo que subirse en el
parachoques de goma de un coche de choque.
Siempre me ha encantado.
La sensación de subir a
algo en movimiento es fascinante.
Y eso sentí cuando, hace
ahora aproximadamente un año, me abrí una cuenta de Twitter.
Mis compañeros de
Cartagena, los primigenios de la Brigada Tuitera, llevaban mucho diciéndome que
me abriera una.
No lo hacía, no sé porqué.
Ya había yo arreglado mi
foto en Facebook con lemas comunes.
Y, siendo como soy, cuando
la abrí, no se lo dije a nadie.
Y, siendo como soy, yo
mismo me impuse la #T en mi fotografía, además de otros lemas.
Si no me equivoco, fue @PeiroAndres, Andrés
Peiró, quien me descubrió y dio la voz de alarma.
Abrí la cuenta de Twitter con un objetivo: enrolarme en la
Brigada Tuitera.
Cómo o qué tendría que
hacer para ello, me resultaba como subirse, una vez más, a un Tiovivo en
marcha, o como saltar sobre la goma del coche de choque…
Y eso hice.
Una vez dentro, empecé a intentar
comprender la utilidad y los manejos del invento.
Y comencé a interactuar
con @BrigadaTuitera. Con más vergüenza que miedo, pues no tenía ni idea de cómo
se hacía eso o de cómo se hacían las famosas “cargas” de las que tantas veces
había oído hablar.
Al poco de debutar, hubo
una carga. Al tiempo, por mensajería, me decían los cartageneros que ya estaba
bien, que la carga había terminado, que había sido un éxito, que lo dejara.
Yo les contestaba algo así
como que no era a primera sangre, y
que no hacía prisioneros…
A partir de ese momento,
el vértigo fue tomando una forma cada vez más precisa, hasta llegar al momento
actual.
Y ésa es la historia de
por qué me uní a Twitter.
Ah, perdón, que eso no era…
Sí, lo he dicho antes: me
uní a Twitter para enrolarme en la
Brigada Tuitera.
A los juristas, que somos
–cuantitativamente- la base de la Brigada, se nos forma para analizar, para
razonar, para decidir, para pedir, para defender.
Y se nos forma en la seguridad
de la soledad de esa lucha.
Cada cual velará por los
intereses de su cliente, o del estado, o resolverá sobre el tema del
justiciable, en soledad.
Llevo ya unos cuanto años dedicándome
a esa bonita profesión de abogado, y haciendo eso para lo que me formaron.
¡Cuantas veces he oído,
cuantas veces he participado en conversaciones en las que se decía! La soledad
del abogado, del Procurador, del Fiscal, del Juez…
Pertenecemos a profesiones
en las que, con carácter general, nos pasamos el día rodeados de gente. Pero
con decisiones en soledad.
Pertenecemos a profesiones
– y llevo unos cuantos días repitiéndolo- independientes y rebeldes. Quizás, de
las más.
Ya venía haciéndolo, pero
–de nuevo- analicé la situación de la Justicia en España, que llevo conociendo,
como digo, una parte importante de mi vida, y razoné sobre la misma.
Tomé la decisión de que
había que hacer algo más.
Por eso, decidí hacer
aquello para lo que me formaron: pedir y defender; defender y pedir.
Como dije en “Desde mi
garita” de 1 de mayo de este año, obligatoriamente, tenemos que soñar una
sociedad más justa, y para eso, tenemos que soñar una Justicia bien dotada de
medios, materiales y humanos ; una Justicia cercana al ciudadano, no alejada de
él, ni física, ni profesionalmente, accesible al ciudadano, sin tasas injustas
que impidan pedirla; una Justicia imparcial, no gobernada por el poder
político, realmente independiente y ajena a todo manejo, una Justicia eficaz,
una Justicia razonablemente rápida.
Es decir, una Justicia para
todos, porque la Justicia no es de nadie, es de todos. La Justicia no es para
nadie, es para todos.
Y ahí me vi unido a otros
soñadores, a los componentes de la Brigada Tuitera.
Y ello significó un cambio sustancial: al menos, en algunos
momentos, dejamos nuestra soledad profesional para luchas juntos. ¡Un nuevo
vértigo!
Al principio, como en
cualquier proyecto, máxime, si te subes en marcha, tenía cierto miedo a cómo
entablar relaciones con los demás húsares. Y, más, en mi caso, que soy tímido
por naturaleza. Sé que esta frase será criticada, pero es verdad: soy tímido.
Otra cosa es que lo supere…
Y, al poco, descubrí cómo
se hacen esas relaciones, y lo voy a contar: no tengo ni idea.
¿Por qué? Pues porque los
húsares te pueden dar la bienvenida o no, pero sólo miran, te ven cabalgando a
su lado, cargando a su lado y ya no hay más que hablar: eres un húsar.
Los largos días de marcha,
con sus noches, son proclives a que esas relaciones vayan profundizando.
Twitter, en determinado momento, y no hace mucho
de ello, decidió crear mensajes directos que se podían dirigir a varias
personas a la vez.
Claro, mi natural inquieto
me llevó, inmediatamente, a hacer una prueba: creé, sin querer casi, vamos, sin
querer (lo confieso) un grupo de Twitter.
Y otro…; y,
posteriormente, me unieron a otros dos…
Canales más directos de
comunicación.
Canales más directos de
unión.
Ya lo dije en “Desde mi
Garita” de veinticuatro de abril de este año:
“Pero hemos ido más allá.
Somos grupo humano.
Somos personas.
Tenemos días buenos y
malos.”
“Sufrimos y nos alegramos.”
“Y ello, aunque no nos
hayamos visto en la vida o nos hayamos visto unas horas.”
“… el enjambre pasó a ser
humano.”
Soy consciente de que
algunas personas de entre las que lean esto, dudarán de la veracidad de esta
afirmación, dudarán de su realidad.
Desde aquí, y donde y
cuando quieran, las reto a que me demuestren lo contrario.
¿Es posible trabar
amistad, dar y recibir cariño a través de una relación por Twitter?: Terminantemente, sí.
Que no se confunda nadie,
el medio puede ser virtual, pero no así la relación.
La Brigada Tuitera ha
conseguido ese milagro.
El enjambre se ha vuelto
humano, no sólo somos un montón de húsares luchando juntos por un ideal: somos
seres humanos, con vidas, sufrimientos y alegrías.
Sí, lo somos.
Y la amistad se ha convertido,
no en un factor más de cohesión del grupo, sino, para mí, en el factor más
importante.
Por eso es necesario,
desde mi punto de vista, que se cuiden y mimen esas relaciones.
Afirmo rotundamente que he
conocido gente maravillosa en la Brigada. Y afirmo rotundamente que nos hemos
hecho amigos.
La imagen del húsar
tuitero cargando por sí solo, base del enjambre descabezado, inteligente y
batallador por sí mismo, no es incompatible con la de los húsares amigos hasta
el final. Y lo vamos a hacer valer.
Miles de personas no van a
ser amigas, no. Tampoco es necesaria ni obligatoria esa amistad, que nadie se
asuste.
Pero, a ti, a quien puedas
estar pensando en unirte, seas jurista o no, te aseguro que podrás encontrar en
muchísima gente ese calor humano, ese calor que te lleva, además, a defender a
los tuyos, a reír con ellos, a sufrir con ellos, los hayas visto en tu vida o
no. Porque pasarán a ser los tuyos.
Además, te ofrezco el
vértigo de subirte en marcha a este Tiovivo y luchar por la Justicia.
No temas, no somos un
movimiento político, y ése es nuestro compromiso.
Ahí te esperamos, en
@BrigadaTuitera.
Nos reconocerás por la #T
en nuestros avatares. Tú también podrás lucirla, si quieres.
Harás amigos o no, eso es
cosa tuya, pero cabalgaremos juntos luchando por una sociedad más justa.
Yo, por mi parte, sí me
quedo con los amigos que he encontrado ahí. Hasta el infinito y más allá.
“Es lo que tiene
pertenecer a la Brigada.”
No aún, pero lo será, desde
mi garita, a diecinueve de junio de dos mil quince.
José Manuel
Cubillas Huguét, abogado.
@JManuelCubillas
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