Sin
ser más que un simple columnista de provincias, ni por supuesto un especialista
en tribunales, siempre me ha interesado la Justicia. Quizá porque cuando mi
padre mantenía fuertes discusiones con grandes y pequeños sinvergüenzas soltaba
aquello de “Es el fuero, no el huevo”.
También
mi madre me hizo mamar de tantas situaciones injustas que su triste vida
durante la guerra, la postguerra y su mal recibida llegada a Valencia le deparó,
transmitiéndome un figurado palíndromo en el que la Justicia y la Cultura
formaban de un concepto indudablemente capicúa e inseparable.
A
partir de ahí, mi relación con el Derecho fue durante décadas de corte laboral
y mercantil, primero como empleado y más tarde como empresario. Épocas en las
que mi sentido de la Justicia se fue agudizando al sentirme rodeado de tanta
porquería generalizada.
Ahora,
desde hace unos cinco años aproximadamente, escribo cada día una o dos columnas
que si tienen algo en común es mi crítica constante a las injusticias
políticas, sociales y, en especial, a la manifestación de mi horror por la
violencia de género.
Y
en eso llegaron ellas. Mis lectoras y también escritoras letradas. Periodistas
de tribunales, abogadas, procuradoras, fiscalas o juezas –ahora ya amigas- que
gracias a Twitter y a sus comentarios me atrajeron, me sedujeron, hasta que
decidí entrar de lleno en la @BrigadaTuitera.
En
la Brigada y al grito de #T encontré un lugar común en el que expresar
frecuentemente parte de mis inquietudes y pregonar los valores compartidos por
tantos miles de húsares, que como yo pelean cada día porque España sea un
auténtico estado de derecho y una sociedad en la que impere la Justicia con
medios suficientes y en auténtica igualdad para todos.
Una
de esas magnificas mujeres, a la que pregunté en privado si me estaba metiendo
en camisa de once varas con el contenido justiciero de un artículo, me
respondió que para hablar o escribir sobre la Justicia no hacía falta saber
Derecho.
A
partir de semejante bendición –venida de una excelente profesional de la Ley-
tengo que reconocer que me desaté definitivamente y hoy la Justicia es mi
principal causa.
Y
así, hasta entirme francamente orgulloso de pertenecer a la @Brigada Tuitera,
una organización espontánea en la que miles de ciudadanos ponemos nuestra miga
para que el pan de la Justicia luche contra las hostias de nuestros gobiernos.
Y
como no hay buen pan sin mejor vino, brindo por una larga vida de nuestra
Brigada. Por los éxitos que ya hemos alcanzado consiguiendo cambiar alguna
cosa. Por el enorme trabajo que aún nos queda por hacer. Pero, sobre todo,
brindo por ellas, esas mujeres que recondujeron mi tantas veces desmedida
energía.
¡Viva
la @Brigada Tuitera! ¡Viva el pueblo unido! y #T!
Jose
Segura
Twitter
@jsegurasuarez
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